El amor es una mariposa gigante con alas fluorescentes, un flash a perpetuidad,
una caja de fósforos 222, una ruleta rusa, un viaje, un bajofondo celestial, el amor es.
Y viene mi abuela con un frasco de aceite gigante, “para tu muerte cierta” me dice
(para guardar en conserva el alma melancólica de vallejo pienso yo).
Un flechazo de primavera en pleno frío, redepente el amor a cara lavada,
a cara descarada en mitad de la semana, desnuque en mitad de la semana,
sol y pecho sincronizando a mitad del día,
redepente el amor dándole trompadas y trompetas al dolor,
sonrojando a la soledad abochornada, el amor dos veces repentino, el amor a dos voces,
a dos torres y a dos alas, golpeando la puerta, tocando el timbre, sonando mi teléfono, cargando sus descargos, abogado sin juez ante quien argumentar,
el amor a cucharadas de dulce de leche, amor duplicado, amor espejo.
Cajón de amor al fondo de las medias, pala de amor en el corazón del entierro,
amor sinfónico y trasnochante, luzamor, amor de nada en medio de la nada y para nada, amoranada, nadamorada, enamoranadie, amor de pantuflas y cigarrillos.
Los perros me persiguen por la calle, me protegen, se me pegan, me advierten, me señalan ahí en ese kiosco, ahí en esa esquina, en ese escalón, ahí en esa cerveza, ahí en el maní:
ahí, el amor.
Dame perro flaco de hocico mojado la rutina del amor frente a los semáforos
y las panaderías, frente con frente, amor boca, una mariposa por encía.
Amor que nunca podrá ser incivilizado, nunca incorrecto,
puesto que no conoce de dualismos,
amor perro mordiéndote el culito, besándote el culito, lamiéndote el culito,
asunto de discordia entre los muertos, perro negro amor vagina suculenta,
pica, aprieta, explota, amor sarpullido pegoteado, chorreado, amor ladrillo y amor felpudo.
De repente el amor a manos llenas de cuerpos vacíos para el amor.
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